veinte veinte

Llegó el 2020 y con él la necesidad de autoevaluarse. He descubierto que no me gusta la navidad. Hay una posibilidad de que todo haya comenzado cuando a los 10 años mi mamá me dejó sin regalo como castigo por haber escrito en mi diario que me gustaba besarme con Travis – un chico que era mayor que yo y con conductas “peligrosas” – o quizás cuando estuve visitando el hospital por 4 años consecutivos en Noche Buena o simplemente porque mi expareja y yo peleábamos en estas fechas constantemente. Pudo ser algo de esto o una mezcla de todo, quien sabe, la cosa es que odio la Navidad y la tristeza que me invade.

Otro aspecto que he descubierto con el 2020 es mi miedo a la soledad, ese miedo a no encontrar un espacio dentro de. Son cosas bien pendejas, pero a que los 30 y algo, joden y recontra joden. A esta lista de descubrimientos debo añadir mi salud mental. Aunque luego de ver mi calendario no sé del todo si el problema es mi salud mental o los efectos de mi ciclo menstrual. Hace dos semanas opté por no salir de la cama e intentar estar todo el tiempo frente al televisor, solo para no pensar y por ende no llorar cada 30 minutos. Sé que esta actitud me ha mantenido “enfocada”, pero también me ha mantenido alejada de las personas que me gusta tener cerca. ¡La vida y sus contradicciones!  

Changuerías, todo son changuerías. Puede ser, pero ¿cómo saberlo? No hay forma.

Si me vez por ahí dame un abrazo, pues, aunque no lo admita en el momento, lo necesito. ¿Cosas que voy a intentar no olvidar a lo largo de este 2020? A decir que NO, a pensar un poco más antes de hablar, a preocuparme menos y sonreír más, a no tener miedo a hacer cosas nuevas y lo más importante, aprender a soltar.

 ¡Feliz año 2020! Intentemos no cagarla.

Deja un comentario